El alza exagerada de los precios de los alimentos a nivel internacional repercute de manera negativa en el incremento del hambre, en el aumento de la pobreza y la pobreza extrema en todo el mundo, pero especialmente produce mayores estragos en las regiones donde gran parte de la población tiene ingresos bajos y la otra parte subsiste con menos de 1,90 dólares diarios. Piénsese en los pueblos de América Latina y de África Subsahariana. Cabe subrayar que Cuba es la excepción en Latinoamérica en garantizar la alimentación de sus habitantes.
Por medio del índice de precios de los alimentos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) realiza un monitoreo del costo de la comida a nivel internacional, el cual consiste en el promedio de los índices de precios de cinco grupos de productos básicos ponderado conforme a las cuotas medias de exportación de cada uno de los grupos, entre ellos están los cereales, los aceites vegetales, los productos lácteos, la carne y el azúcar.
El índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó el nivel más alto de la última década en 2021. Desde el año 2011, no había subido tanto el costo de la comida, aunque experimentara una ligera disminución el pasado diciembre, de acuerdo con el organismo de la ONU.
El índice alcanzó un promedio de 125,7 puntos durante todo el 2021, para superar el promedio del año 2020 en 27,6 puntos (un 28,1 %).
En lo que respecta a los cereales, en el 2021 se registró el promedio anual más alto desde el 2012. Durante el 2021, el índice de precios de estos alimentos subió un promedio de 131,2 puntos, un aumento de 28,0 puntos (un 27,2 %) respecto del promedio de 2020.
En 2021, los cereales que más subieron de precios fueron el maíz y el trigo en un 44,1 % y un 31,3 % en comparación con los promedios de 2020, alza que se debió a la importante demanda y la preocupación por la sequedad en Brasil, explica la FAO.
En lo que atañe a los aceites vegetales, en el 2021 se logró el nivel más alto del que se tenga registro. En el 2021 se alcanzó un promedio de 164,8 puntos, un considerable aumento de 65,4 puntos (un 65,8%) desde el año 2020.
En relación con la carne, en 2021 se alcanzó un promedio de 107,6 puntos, un aumento de 12,1 puntos (un 12,7 %) comparado con 2020.
En lo que respecta al azúcar, en el 2021 se dio el aumento más alto desde el 2016. El promedio del año inmediatamente anterior en su conjunto fue de 109,3 puntos, es decir, un aumento de 29,8 puntos (un 37,5 %) respecto de 2020. Según la FAO, un alza motivada por las preocupaciones derivadas de la reducción de la producción en Brasil y a la alta demanda mundial de este alimento esencial.
La humanidad tiene la capacidad técnica para alimentar a casi el doble de los habitantes de la Tierra, que se aproximan a los 7.900 millones, y se les podría garantizar comida a 12.000 millones. Los Estados deben asegurar la comida de cada uno de los ciudadanos, subsidiar la producción alimentaria. Hay que crear mejores condiciones laborales que eleven la calidad de vida de los agricultores, trabajadores rurales y de los campesinos.
Así que, para poder alimentar a toda la población mundial, disminuir los precios de los alimentos, combatir el hambre y la pobreza es necesario ponerle fin a la especulación en los costos de los productos de la canasta familiar básica, industrializar la agricultura y fortalecer el sector agroindustrial.
Es necesario construir más y mejores vías en las zonas de producción agrícola y establecer vínculos directos para abaratar los precios del transporte de los productos desde el campo a la ciudad. Hay que reducir a su mínima expresión la extensa cadena o red de intermediarios, que lo que hacen en la mayoría de los casos es aumentar los precios de los alimentos.
La alimentación es un derecho humano que no debe estar sometido a las especulaciones propias del capitalismo. Los Estados deben priorizar este derecho en su plenitud.
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