La realidad de la seguridad internacional ha cambiado demasiado desde el fin de la Guerra Fría como para resolver los problemas entre Rusia y la OTAN basándose en acuerdos de los años 1990, analizó para Sputnik el director adjunto del Centro de Estudios Europeos e Internacionales de la Escuela Superior de Economía de Rusia Dmitri Súslov.
¿Qué es lo que ha cambiado?
Súslov considera que el mundo está ante un «enfrentamiento global entre EEUU, China y Rusia», en el que las partes se consideran enemigas y se ha reanudado el riesgo de una «guerra nuclear entre las grandes potencias».
En su opinión, el enfrentamiento de EEUU y la OTAN contra Rusia se ha hecho sistemático en los últimos años y Europa está viviendo una «división geopolítica». Asimismo, la política de disuasión de Occidente hacia Rusia contiene ahora un componente militar, así como elementos de la carrera armamentística que han vuelto a la escena internacional.
Si al principio de la expansión de la OTAN hacia el Este, los Estados miembros estaban convencidos de que esta expansión no debilitaba su seguridad, esto ya no es así, observó el experto.
«Deberíamos llamar por fin a las cosas por su nombre y reconocer oficialmente que la era de las relaciones en Europa, que comenzó con la unificación de Alemania en 1990, ha quedado atrás. Ese contexto desapareció hace tiempo. La hegemonía occidental y el período de no confrontación en Europa y en el mundo en general han terminado», exhortó Súslov.
Afrontar esta nueva realidad
Según el especialista, las acciones de Moscú en el ámbito de la seguridad internacional se explican por esta contradicción entre los principios formulados y esta nueva realidad.
«Hay que afirmar honesta y abiertamente que Rusia y la OTAN son adversarios y lo seguirán siendo durante mucho tiempo, que los intentos de construir una asociación y una ‘Gran Europa’ pertenecen al pasado y no son relevantes en el futuro próximo, y que, por lo tanto, los principios e instituciones del período posterior a la Guerra Fría deben quedar en el pasado», expuso Súslov.
Según el analista, al ver esta contradicción entre los principios formulados sobre el papel y esta nueva realidad, Moscú debería al menos renegar de la Carta de París de 1990, «el principal símbolo de esa época pasada» y probablemente hasta romper el Acta Fundacional con la OTAN.
De hecho, esto último ya está siendo violado por la Alianza al haber desplegado sus sistemas antimisiles en Rumanía y Polonia, cuatro batallones en los Estados bálticos y sigue reforzando su presencia militar en la región del mar Negro.
A su vez, la Carta de París para una Nueva Europa de 1990 reconoce la «libertad» de cada Estado para «elegir sus propios acuerdos de seguridad», esto se da en el contexto de «la reunificación alemana y la caída del régimen comunista», es un principio que pretendía validar la entrada de una Alemania unificada a la OTAN, explicó Súslov.
Agregó que es este es el principio que invocan constantemente los países occidentales para argumentar que Moscú no tiene poder de veto para oponerse a la adhesión de nuevos miembros a la Alianza.
«Al hablar de garantías de seguridad, Rusia propone sustituir este principio por otro: que las grandes potencias y los bloques militares asociados deben respetar los intereses vitales y las ‘líneas rojas» de cada uno, ya que de lo contrario podría estallar una gran guerra», explica el experto a Sputnik.
Según el experto, la reacción inicial de Occidente a las propuestas rusas se asemeja a un «Acta Fundacional Rusia-OTAN 2.0», que prevé la actualización de ciertas cuestiones técnico-militares sin cambiar los principios fundamentales, un enfoque que probablemente no satisfaga a Rusia.
El experto cree que para avanzar en las consultas sobre las garantías de seguridad sería más constructivo dejar de negar la realidad de las relaciones entre Rusia y la OTAN.
Sputnik
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