La doctora Margarite Griesz-Brisson es una especialista alemana en neurofisiología y neurotoxicología. Ha grabado un vídeo sobre los efectos de las mascarillas en el cerebro que traducimos y extractamos:
La reinhalación del aire que respiramos conduce indudablemente a una deficiencia de oxígeno y a la saturación de dióxido de carbono. Sabemos que el cerebro humano es muy sensible a la falta de oxígeno. Hay células nerviosas, por ejemplo en el hipocampo, que no pueden estar sin oxígeno durante más de 3 minutos [porque] no sobreviven.
Los síntomas de alerta agudos son dolores de cabeza, somnolencia, mareos, problemas de concentración y tiempo de reacción retardado, que son reacciones del sistema cognitivo.
Sin embargo, cuando se sufre una privación crónica de oxígeno, todos estos síntomas desaparecen a medida que uno se acostumbra. Pero su funcionamiento sigue siendo deficiente y la falta de oxígeno del cerebro continúa progresando.
Sabemos que las enfermedades neurodegenerativas tardan años, incluso décadas, en desarrollarse. Si Usted olvida su número de teléfono hoy, indica que el proceso de degradación en su cerebro comenzó hace 20 ó 30 años.
Puede que piense que se ha acostumbrado a llevar una máscara y a respirar el aire que acaba de exhalar, pero el hecho es que los procesos degenerativos de su cerebro se amplifican a medida que su privación de oxígeno continúa.
El segundo problema es que las células nerviosas del cerebro son incapaces de dividirse normalmente. Por lo tanto, si nuestros gobiernos son lo suficientemente generosos como para permitirnos quitarnos las mascarillas y respirar oxígeno libremente de nuevo en unos pocos meses, las células nerviosas perdidas no se regenerarán. Lo que está perdido está perdido.
No llevo mascarilla, necesito que mi cerebro piense. Quiero pensar con claridad cuando cuido a mis pacientes, y no ser anestesiada con dióxido de carbono.
No hay ninguna excepción médica para la [imposición] de mascarillas porque la falta de oxígeno es peligrosa para todos los cerebros. Todo ser humano debe poder decidir libremente si quiere llevar una mascarilla absolutamente ineficaz para protegerse de un virus.
Para los niños y adolescentes, las mascarillas son una prohibición absoluta. Los niños y adolescentes tienen un sistema inmunológico extremadamente activo y adaptable y necesitan una interacción constante con el microbioma de la tierra. Sus cerebros también son increíblemente activos porque tienen mucho que aprender. El cerebro del niño, o del adolescente, está sediento de oxígeno. Cuanto más activo metabólicamente sea el órgano, más oxígeno necesita. En los niños y adolescentes, cada órgano es metabólicamente activo.
Privar al cerebro de un niño o adolescente de oxígeno, o restringirlo de cualquier manera, no sólo es peligroso para su salud, sino que es absolutamente criminal. La falta de oxígeno inhibe el desarrollo del cerebro y el daño resultante no puede ser reparado.
El niño necesita el cerebro para aprender, y el cerebro necesita oxígeno para funcionar. No necesitamos un estudio clínico para saber eso. Es un hecho fisiológico simple e incontrovertible. La falta de oxígeno inducida consciente y deliberadamente es un peligro absoluto para la salud y una contraindicación médica absoluta.
En medicina una contraindicación absoluta significa que ese medicamento, terapia, método o medida no debe utilizarse, y no se permite su uso. Para obligar a toda una población a utilizar una contraindicación médica absoluta, deben existir razones precisas y serias para hacerlo, y estas razones deben presentarse a los organismos interdisciplinarios e independientes competentes para su verificación y autorización.
Cuando dentro de diez años la demencia aumente exponencialmente y las generaciones más jóvenes no puedan alcanzar su potencial innato, no servirá de nada decir que “no necesitábamos las mascarillas”.
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