Tres de las cuatro partes participantes en las negociaciones en el formato de Normandía no están dispuestas a implementar los acuerdos, aseveró este viernes el jefe adjunto de la Administración presidencial rusa, Dmitri Kozak.
El jefe adjunto de la Administración presidencial rusa, Dmitri Kozak, afirmó este viernes que las negociaciones en el formato de Normandía acerca de la crisis ucraniana que tuvieron lugar el jueves en Berlín no se saldaron con éxito.
Respondiendo a la pregunta de un periodista de si Kiev «está saboteando» los Acuerdos de Minsk, el funcionario lo confirmó y dijo que «este sabotaje ha estado ocurriendo durante ocho años».
En cuanto a la reunión de ayer en la capital alemana, Kozak la calificó «simbólica» por «terminar sin resultado». Agregó: «Pero un resultado negativo también es un resultado: ahora está claro el valor de todas las declaraciones de varios políticos y socios en el formato de Normandía y su compromiso con los Acuerdos de Minsk».
Asimismo, Kozak aseveró que «tres de los cuatro participantes en el formato de Normandía no estaban dispuestos a implementar los Acuerdos de Minsk», y añadió: «Se hizo evidente que todos estos años […] estaban jugando a un juego».
Detrás de esa lentitud, el funcionario ve las posturas deliberadas de Kiev y Washington.
«Lamentablemente, Ucrania está manipulando a Alemania y Francia, y Alemania y Francia están felices de sucumbir a estas manipulaciones, apoyar a toda costa todas esas ideas y propuestas absolutamente absurdas, incluso metiéndose en una posición absolutamente estúpida. […] Ellos están tratando de escabullirse para no cumplir con sus obligaciones», afirmó Kozak. Agregó que el Departamento de Estado de EE.UU. habría enviado a los países miembros de la OTAN «instrucciones […] de cómo negociar con Rusia acerca de la normalización del conflicto en el sureste de Ucrania».
«Son instrucciones sobre cómo detener y prolongar todas las negociaciones», sostuvo.
«Es una situación absolutamente absurda, que muestra que los siete años transcurridos desde la firma del acuerdo fue un completo engaño. Estamos a cero, donde nos detuvimos el 9 de marzo de 2015», afirmó Kozak.
Diálogo en entredicho
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmitri Kuleba, señaló ayer en una rueda de prensa que la reunión en Berlín «no fue fácil» y que la cuestión clave que Kiev puso sobre la mesa fue la reanudación del trabajo del Grupo de Contacto Trilateral, integrado por representantes de Ucrania, Rusia y la OSCE, que desarrolló sus actividades en 2014-2015. El canciller considera que, de restablecerse el trabajo del Grupo, Rusia pasaría formalmente de ser un mediador a ser un participante del conflicto.
«El Grupo de Contacto Trilateral se llama trilateral precisamente porque está formado por una Federación de Rusia que ataca, una Ucrania que se defiende y la OSCE en el medio», dijo Kuleba, resaltando que se niega a hablar con las autoridades de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk.
Estas declaraciones contrastan con las afirmaciones de Kozak, quien el mismo día llamó a llevar a cabo negociaciones directas entre Kiev y las dos regiones sublevadas y lamentó que Ucrania no dé ninguna respuesta a las propuestas de Donbass sobre su futuro estatus.
De hecho, la necesidad de un diálogo entre las autoridades ucranianas y los líderes de las repúblicas de Donetsk y Lugansk está reflejada en el cuarto punto del segundo Acuerdo de Minsk, que estipula «el inicio del diálogo sobre modalidades de realización de elecciones locales» conforme a la legislación ucraniana.
Otra manzana de la discordia es la reforma constitucional con el fin de formalizar la descentralización del poder y otorgar un estatus especial a determinados distritos de las provincias de Donetsk y Lugansk. Esta reforma debía ser aprobada para finales de 2015 y dar paso a unas elecciones en los territorios de las dos repúblicas autoproclamadas y al posterior restablecimiento del control sobre la frontera estatal por parte de Kiev. Sin embargo, la reforma todavía no ha sido aprobada.
El segundo Acuerdo de Minsk fue firmado por el grupo de contacto trilateral y los líderes de las repúblicas autoproclamadas en febrero de 2015. El mismo mes, fue aprobado por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.
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